Por la mañana triunfaron los perros. Era la primera vez que se hacía un concurso de perros y la verdad es que dio mucho juego, fue vistoso y entretenido ¡no podía ser menos con el concurso de nuestros mejores amigos!
Y por la tarde comenzamos pasmándonos con el ritmo que impuso al personal una exótica bailarina zíngara (hay que ver cómo se parece el idioma zíngaro al euskera, eh) que compuso una línea de baile, en la que cualquiera podía participar. La danza enganchó a unos cuantos (sobre todo cuantas) que lo hicieron mucho mejor de lo que cabía esperar ¡parecían profesionales del ritmo!
Luego los que bailaron fueron los más txikis, era el momento más esperado por padres y madres que los usan como excusa para mover el esqueleto en la plaza Uzturre. La discoteca infantil estuvo muy concurrida, y movida, y hay que darles un sobresaliente a las animadoras del cotarro que lo hicieron también que parecía profesionales del micro.
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